En las fauces del lobo.

Siempre hay algo que nos da miedo, pánico. No somos tan valientes como para no tener ni una sombra en nuestra mente, en nuestro corazón. Siempre hay algo que nos acongoja, que nos coloca al borde del precipicio. Y no soy una excepción pero, ahora, puedo escribir sobre ello. Ahora puedo mirar, cara a cara, al lobo que me tuvo en sus fauces. Si hay algo a lo que temo, en la Esclerosis, es a la depresión. Es lo único que me dejo sin esperanzas, sin vida. Viviendo entre las fauces del lobo y el abismo del olvido. Es a lo único que temo: la depresión. Me roba el pensamiento, me quita la vida y me deja si fuerzas ante la lucha.

Y hasta hoy no la he mirado cara a cara y no le he dedicado una sonrisa, entre sarcástica y algo temblorosa, para decirle que tampoco podrá, esta vez, conmigo. Las manos, que se han hundido en el lodazal por mi, me han sacado de sus fauces. Estoy de vuelta, de pie, enfrente del lobo. Mirándolo fijamente y se esta acobardando. No puede morder a quien se defiende con uñas y dientes.Y la depresión es lo peor que, creo, podemos tener ante la Esclerosis. Porque nos gana una batalla sin luchar. Porque nos tiene en su poder mucho antes de lo que, según la vida, debería tenernos. Y cada cosa en su tiempo.

Creo que somos luchadores casi sin darnos cuenta, le hacemos frente a la enfermedad con la mejor de nuestra sonrisa. Pero ella es mas paciente y deja que, el lobo, vaya haciendo su trabajo. Poco a poco, sin prisa alguna, hasta que estemos confiados y pueda hincarnos sus afilados dientes. Pero si lo miras cara a cara, se acobarda, tira hacia atrás y retrocede acobardado. Hay muchos motivos para la depresión quede arrinconada, en un lugar donde no vuelva a salir. Solo tenemos que mirar a los ojos que tenemos alrededor. Alguno de ellos, seguro, no es el del lobo sino el de una persona amiga, el un un ser querido, una persona amada..

¿Y quien no tiene a nadie?. Siempre hay alguien, algo en ese día que nos hará sonreír. Una vieja foto, un recuerdo de la infancia, un loco que escribe en la red, una música que aullente al lobo y trae unos minutos de paz a tu corazón. Solo hay que buscar un motivo para mirar, al lobo, a la cara. Nuestra mente, nuestra fuerza hace el resto. Tan sencillo como lo que estoy haciendo hoy: escribiendo y dejando el miedo en este corto pensamiento mientras, el lobo, me mira y se gira avergonzado con el rabo entre las piernas.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Corazón Espinado (Mana y Carlos Santana)

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