El Silencio.

En algunas ocasiones las conversaciones me aturden, me dejan sumido en mis propios pensamientos sin prestar atención a lo que se dice a mi alrededor. Alguien me explico que es un síntoma de la EM, la fatiga cognitiva.

Busco refugio interior a las voces que escucho de amigos, de familia. Es normal, según evoluciona la enfermedad. Nada es culpa de los demás, ellos siguen hablando, riendo, expresándose como siempre. Nada cambio.Bueno, algo si cambio. En mi. Cuando me paso esto, mi pensamiento casi siempre se va para recordar a María.

María tiene algo más de 70 años y un negro velo empezó a ennegrecer su mente hace algunos años. Ella no sabe que tengo Esclerosis, ni sabe decirme ningún síntoma de enfermedad alguna. María solo me sonríe a su manera cuando me ve. O mejor dicho cuando yo la veo. Cuando retengo sus manos entre las mías, parecen hablarme. Me cuentan toda su vida, todo lo que amo, sufrió y todo lo que quiso decir pero se le quedo en el olvido. María retiene mis manos con fuerza, siempre, y me hace olvidar mi enfermedad. Quiero devolverle ese apretón de vida que me pasa, cada vez que la toco, pero no tengo la fuerza que ella tiene.

A María la sientan cada día, por la tarde, ante el televisor pero ni siquiera lo mira. Nada atrae su atención, tan solo tus manos en sus manos. Quizás sea la manera de hablar contigo. Porque, al estar con ella, te envuelve el Silencio. Puedes estar rodeado de personas pero te envuelve su Silencio. Nada lo enturbia. Es como si,de repente, olvidaras todos tus males, todos tus dolores y quedaras en un Silencio que ni siquiera la Esclerosis es capaz de romper.

Ningún medico lo explicara, algún advenedizo, quizá algún creyente pueda poner palabras para explicar lo que solo es un sentimiento mio cada vez que estoy junto a María: el Silencio.

María tiene algo mas de 70 años y no recuerda quien es ni quien soy. No sabe que tengo Esclerosis ni que es la enfermedad. María no tuvo la oportunidad de vivir una vejez feliz porque se la robo el Alzheimer. Pero, a pesar de que yo tengo Esclerosis, tuve la suerte de conocer a María desde joven y vivir parte de mis recuerdos con ella. Aún hoy, cada vez que la veo, ella me regalo un poco de su Silencio y ,quizás, algunos de sus recuerdos. No tengo nada que regalarle, solo este pensamiento. A María que tiene algo mas de 70 años.

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