La poesía en una esquina.


Le veía escribir en un pequeño bloc, de cuando en cuando, en una esquina escondiéndose de las miradas de los demás. Leía aquello que había escrito y sonreía para sus adentros. Me imagine que o bien era su diario o bien eran pequeñas poesías que le asaltaban como ladrones en la noche, de una manera inesperada. Nunca le pregunte. Pero, hoy, me ha sorprendido y me lo ha contado.

Escribe poesía, pequeñas joyas de su corazón que pasan por su cabeza y hacen un regate a la esclerosis. Tienen el sentimiento de quien hace las cosas desde la total virginidad, sin ninguna maldad y con toda la belleza que sus manos le permiten escribir. Y, en sus ojos, ves iluminada la ilusión de unas nuevas palabras no pronunciandas sino recitadas, la ilusión del que empieza, del que quiere compartir y solo sabe esa manera: escribir bellas construcciones poéticas.

Este no es un mundo de poesía ni siquiera esta construido, y se nos llena la boca de decir lo contrario, para el amor. Parece más un mundo hecho para los males, todos aquellos que podamos fomentar. Pero no es así. No cuando encuentras la poesía en un pequeño bloc, en una esquina y lo ves en la mirada de quien lo esta escribiendo. Este mundo es duro, muy duro. Pero somos nosotros y solo nosotros quienes lo hacemos inhabitable para los otros. Somos nosotros quien empuñamos el arma y dejamos de escribir la poesía. Nosotros quienes crecemos y olvidamos que fuimos niños antes que adultos. O, lo que es pero, olvidamos que fuimos jóvenes antes que viejos. Y los que gobiernan el mundo no son, precisamente, los jóvenes.

Me ha encantado ver esa pequeña luz que me han regalado, hoy, en forma de unas letras en un pequeño bloc. Me devuelve la ilusión por ver si, mañana, alguien más ha empezado a escribir poesía en una esquina.

  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: Paint the sky with stars (Enya)

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