La mirada de Fátima.



Nos sentamos uno frente al otro y hablamos mientras esperamos nuestro turno de fisioterapia. Ella en su silla de ruedas, yo en cualquier silla. Su voz es clara, como el agua que surge de la fuente. Me explica sobre su vida, sus creencias, su fe. Y, yo que soy un agnóstico, la escucho con el respeto que ella tiene hacia la fe de los demás.
Su mirada no puede tener malicia alguna, aún no cumplió los treinta, y solo puedes que callar, escuchas y guardar el respeto que ella muestra desde esa mirada. Lleva puesto su hiyab con la sencillez que solo muy pocos son capaces de comprender.
Provengo de una cultura, la andaluza, donde siempre he visto a las mujeres con un velo. Ya por las labores del campo, ya por la religión o simplemente por coqueterías. Es algo que veo y concibo con toda naturalidad. ¿Por que tanta polémica, ahora, con el velo?, ¿no hay cosas mas importantes que atender?.
Para mi, Fátima tiene todo el derecho a llevar su velo. Lo importante es que sigan preocupandose de curarle la esclerosis y, el resto, que la dejen vivir en paz. Como ella nos deja a nosotros. Nos crean falsas polémicas, desvían nuestra atención de lo realmente importante y quieren darnos las migajas del pan. Pero no se hace mal a nadie por demostrar al mundo aquello en lo que crees. Cada cual es libre de aceptar o no esa forma de vivir.
Por que se me plantea una pregunta: si el velo islámico lo prohiben, ¿ las monjas, de cualquier orden, tendrán que quitarse también el velo?.
Debe ser que, el mundo en que siempre ha creído, es pura utopía: igualdad, respeto. Las demás palabras me las guardo. Igual alguna de ellas ya esta prohibida.

Fátima y yo, no solo tenemos en común la enfermedad. También tenemos el respeto que nos procesamos su cultura y la mia.
  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: Heart of Gold (Neil Young)

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