Un amor de juventud.



Hoy me he despertado con el recuerdo de un amor de juventud. Dicen que nunca olvidamos estos amores y debe ser verdad, pues no he podido olvidarlo. Aun recuerdo su figura dibujada en la sombra de la estación, al bajar aquella tarde del tren.

Recuerdo como mis manos rodearon sus hombros y note como ella temblaba. Le di un beso y, ella, no lo noto pero todo mi ser se estremeció. Fue como si, al fin, me hubiesen explicado que significaba el amar. Era como si el infinito me dibujara un camino en mi mente. Me sentí tan pequeño ante la verdad que ella abrió ante mi con ese beso que, aún hoy al recordarlo, no puedo dejar de estremecerme.

Fueron unos días en los que el tiempo se detuvo, en los que solo sus ojos llenaban de vida mi vida. Cada noche se me hacia eterna esperando que amaneciera para volver a verla. Acariciaba su pelo largo que se filtraba entre mis manos, como arena fina. Su olor llenaba mis sentidos, me embriagaba.

Puedo decir que fue un gran amor de juventud. De los que uno lleva en su corazón. Soy un hombre afortunado. Aún hoy, 36 años después, lo llevo en mi ser.

Porque hoy, al despertarme, he recordado ese amor de juventud y estaba junto a mi, durmiendo. Con la paz que siempre me ha sabido transmitir. Con su pelo que, aun, lo siento como arena fina. Con sus ojos que, aún, llenan cada día mi vida. Porque ahora no tengo que esperar que amanezca para verla. Esta junto a mí desde hace 36 años. Es mi mujer y, no se lo digáis nunca, ella es el amor de mi juventud y de mi vida. Mi pensamiento de hoy, querida mielina no es para tí, sino para mi ella que ocupa más parte de mi ser que tú.

  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: All my love (Led Zeppelin)

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