El placer de leer, el placer de escuchar.

Una de las sencillas cosas que he podido disfrutar es el placer de leer un buen libro, un buen escrito, una buena novela. La particularidad que tiene la lectura, entra otras que puedes seguramente enumerarme, es que nosotros ponemos voz y rostro a los personajes que nos va describiendo el autor.

Sentimos al mismo tiempo que ellos, pero solo como sabemos sentir nosotros. Ninguna línea escrita es capaz de transcribir la belleza, el placer, el dolor, lo que sentimos en cada página que leemos. Creo que, ni el autor o autora, es capaz cuando escribe de imaginar los sentimientos que va a desatar en cada persona que lea su historia.

Cada vez me cuesta más leer. Por la vista. Pero he descubierto, en eso la EM me va enseñando cosas buenas día a día, que hay otro placer tan sencillo y, a la vez tan difícil, como leer. El escuchar.

Y no me refiero a escuchar la música que mas te gusta. Me refiero a escuchar a quien te habla, aprender de quien te dice, callar solo por el placer de escuchar.

Pero no escuchar a charlatanes, ni a vendedores de humo. Escuchar la risa de un bebe. El llanto de quien te pide ayuda.

Escuchar la nostalgia de un amigo, escuchar el silencio de la persona que tienes a tu lado, la atronadora risa de un joven enamorado.

Escuchar... un placer que tenia olvidado y que, gracias a la EM, voy recuperando poco a poco. No todo es negativo. Para un momento, escucha y lo sentirás. El silencio que hay en ti, seguro, quiere decirte algo. Solo tienes que escucharlo y, luego, comenzar a oír a quien tienes al lado. Y no digas que estas en soledad. Estas leyendo esto y, quizás, me estés escuchando.

  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: The miracle of the bread (Agora,B.S.O.)

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