No escuches el ruido del motor.

Tengo, como todos, a seres queridos en el corazón y en mis recuerdos. No se trata, hoy, de nombrarlos a cada uno de ellos y, además, los llamo muchas noches en mi cabeza por que tengo mucho vivido con ellos. Hago un regate donde está la herida de la mielina y duermo hablando con ellos cada noche.

No hace falta que te lo explique por que, tú, seguro que también lo sientes y lo haces.

Pero hoy mi pensamiento ha viajado, aún despierto, hacia una persona a la que me hubiese gustado disfrutar algunos años más. Él se llamaba Bernardo y era mi suegro.

Cada vez que nos veíamos, mucho menos de lo que hubiera querido solo cuando viajábamos al pueblo, me enseñaba algo de la vida. Aprendí todo aquello que fui capaz de escuchar. Y, tonto de mi, aquél era un tiempo en que andaba bastante sordo.

Pero si recuerdo una lección que aun hoy en día la aplico en mi vida. Íbamos un día para la ciudad, en mi coche, cuando le comente un ruido raro que estaba escuchando en el motor.

No se inmuto. Con la calma que acostumbraba, Bernardo me dijo:

- No escuches ruidos del motor. Cuando el coche quiera pararse, se va a parar, le estés escuchando o no. Al menos quitate esa preocupación y disfruta de la conducción.

Era una verdad tan meridianamente clara que, aún hoy, lo tengo presente en mi vida y no escucho el ruido de ningún motor. Se parara cuando el quiera, ¿por que no disfrutar del momento mientras tanto?.

De verás no escuches tanto al motor de tu cuerpo. El te dirá lo que necesita en cada momento, no hace falta que pienses que sabes como tratarlo para que dure. Es un tema evolutivo y él sabe más que nosotros. Seguro.

  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: Throw down the sword (Wishbone Ash, Argus).

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